miércoles, 30 de enero de 2013

Revista EL GUARDIAN 17-1-13
'Mama queria que fuese la mejor' 





De chiquita quiso ser famosa. Cuando hojeaba las revistas de celebridades en el kiosco de su papá en La Plata soñaba con salir en una, sabía que alguna vez saldría en una, se prometió salir. Y Magui Bravi lo hizo. Hace poco más de un año se presentó al casting del reality Soñando por bailar y no le costó nada quedar: baila muy bien, estudió, llegó al Colón, es bella, simpática, atrevida y, lo más importante, entendió que para llegar a pararse al lado del número uno tenía que mostrar el culo y algo más que justifique mostrar el culo: la intimidad. Fue así que supimos gracias a Tinelli que Magui es una chica del interior, que incitada por su madre empezó danza, que dejó porque la bulimia la destrozó y que trabajó de otra cosa para vivir. Nada excepcional hasta que, impulsada por esa fuerza del deseo irrefrenable por ser famosa, la llevaron hasta Ideas del Sur. Después, es historia conocida: fue una de las mejores bailarinas del Bailando por un sueño 2012, salió segunda detrás de la dupla Piquín-Noelia y ahora es parte del elenco del music hall Nada es imposible, en donde comparte escenario con Álvaro Navia, Vanina Escudero, Alexandra “La Sueca” Larsson, Laurita Fernández, Diego Castro y Solange Abraham y que estrena en el teatro Broadway el miércoles 16 de enero.

–¿Qué dijo tu familia cuando te anotaste en el reality?

–Mi novio no me creyó hasta que me vio entrar a Ideas del Sur con la valija para salir en colectivo a la La Soñada. Él me conoció siendo azafata y estudiando Filosofía y un día le avisé: “Mi amor, me meto en un reality”. Para la pareja fue un movimiento, pero sobrevivimos, estamos preparados para cualquier cosa. Pero no me creyó hasta que me vio en la tele.

–¿Nunca diste el perfil de chica “reality”?

–Él siempre supo que yo quería ser famosa y bailar en la tele, pero no me creyó capaz de dejar la carrera y un trabajo buenísimo. Y mi viejo me preguntaba lo mismo: “¿Estás segura de meterte en algo así?”. Para él también fue difícil, sobre todo por la exposición. Pero yo, con una necedad inmensa, le prometí que si entraba, ganaba.

¿Por qué estabas tan segura de eso?

–No lo sé. Yo creo en la visualización, en que se puede soñar y que algún día se te puede dar. Vi que era la única posibilidad de la vida para hacer lo que quería desde hacía mil años. Cuando yo era chiquita mi papá tenía un puesto de diarios en el que me pasaba tardes enteras. Miraba las revistas y le decía: “Papá, yo quiero salir acá, quiero ser como ella”. De tanto soñarlo, un día se dio.

–¿Pagaste un costo alto por bailar en tevé?

–Lo peor fue el reality, los cinco meses en un campo con gente que no tenía nada que ver conmigo. No sé cómo hice. Entré en crisis cuando gente que no conocía decía que yo era celosa o mala, me ponían en un lugar patológico sólo porque le daban un rato de pantalla.

–¿Te arrepentiste de contar intimidades?

–¡No! Si yo siempre quise contar mi vida. Fue fuerte el tema de la bulimia y me hace bien contarlo. Recibo miles de cartas de nenas de todos lados que me dicen que mi historia les sirvió para superar la enfermedad.

–¿Cuándo te enteraste de que estabas enferma?

–Después de dos años, tenía 17 y bailaba danza en La Plata. El último tiempo entré en la escuela de Iñaki Urlezaga y llegué a bailar Giselle en el Colón. Fue lo último que hice. Hacía dos años que tenía la enfermedad y estaba perdida, vomitaba más de una vez por día. No se cómo, pedí ayuda a mis padres. Hablé llorando y con mucha vergüenza. Tuve apoyo de ellos, hice tratamiento psicológico, nutricional y ginecológico. Dejé de bailar y empecé a estudiar Filosofía e hice el curso de azafata en Lan. Trabajé tres años y conocí el mundo. Todo eso me ayudó a salir de la bulimia. Pero siempre seguían latentes las ganas de bailar. Aterrizaba después de un vuelo larguísimo, mis compañeros salían y yo me quedaba en el hotel entrenando. Sabía que alguna vez algo iba a pasar y que tenía que tener el cuerpo preparado. Era algo de loca. Miraba Showmatch y soñaba con ser como Fidalgo o Piquín

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